martes, 27 de octubre de 2009

Lo supe en ese instante


Aquella tarde que te reconocí,
bajo un manto de hojas verdes,
descubrí el amor que siento por tí,
lo sentí como una brisa que vino por detrás
arrullándome con su canto
y dándome alivio con su calor.
Los sentidos se agudizaban
y el simple roce de tu mano,
me hizo olvidar todo lo extraño.
El miedo fue quedando atrás
y la luz de nuestros ojos
se fueron fundiendo en una,
facilitandome la posibilidad de amar.
Pero como la luz del día desaparece,
también desapareció esa brisa
y con ella volvieron los miedos,
las angustias y los celos;
aquellos que te arrancan el alma,
por la soledad que traen consigo
y el terror de las penas repetidas.
Te fuiste con el viento,
él que trae recuerdos queridos,
él que nos fue apagando de a poco
y nos fue convirtiendo en extraños.
Pero cuando todo parecía desolado,
apareciste unos instantes
para recordarme que todavía
no todo estaba perdido,
que confiara una vez mas en vos;
que no te olvidara.
Y así fue,
más avanzan los días
más en mi memoria te llevo,
en mi piel el recuerdo
y en los sueños mi anhelo;
de que algún día
todo será bello
como cuando me miraste a los ojos
y me dijiste te amo.

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