Recostada sobre el asiento
con la mirada perdida
por sobre la luneta
veo pasar las nubes
de una tarde no memorable
El movimiento me arrulla
me consuela
y me adormece
pero lo que me aclama
se encuentra por fuera
en una secuencia
sin principio ni fin
veo pasar las copas de los árboles
veo las ramas y sus hojas
entremezcladas en un abrazo fraterno
veo la luz que las penetra
las une y las separa
y con el pasar de una imagen a otra
me voy abstrayendo de la realidad
son mi consuelo
ese paisaje me tranquiliza
me transporta
al mundo de ensueño
donde prefiero estar.
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